Espacios Naturales

El municipio de Villanueva del Rosario presenta una riqueza y variedad de recursos naturales de gran interés, tanto desde el punto de vista turístico como científico y didáctico. La gran diversidad de paisajes y ecosistemas concentrados en su término municipal hacen de este pueblo el lugar ideal en el que los amantes de la naturaleza y las actividades al aire libre pueden deleitarse sin dejar de sorprenderse a cada paso.

Para realizar una descripción geográfica y del medio natural de Villanueva del Rosario de forma asequible y clara, se identifican los principales parajes naturales del municipio clasificados en torno a las tres unidades paisajísticas existentes:

  • Sierras Penibéticas – Complejo de la Alta Cadena
  • Trías de Antequera: El Broque y la Garganta del Guadalhorce
  • Despresiones y materias postorogénicos
Unidades Paisajíticas Villanueva del Rosario

Sierras Penibéticas - Complejo de la Alta Cadena

Al sur del municipio se eleva imponente una barrera calcárea que se incrusta dentro del conocido como Arco Calizo Central Malagueño. Concretamente, en Villanueva del Rosario se localizan las sierras de Camarolos, El jobo y Gorda. Las altas cotas que se alcanzan contrastan con la disposición llana y baja de las vegas de Antequera y Archidona, dando pie a un espectacular contraste del paisaje que permite disfrutar de magníficas vistas de todo el centro de la geografía andaluza.

Desde principios del siglo pasado estas sierras han despertado gran interés en la comunidad científica por su singular tectónica y la complejidad que presentan los materiales que las componen para su datación y la determinación de su origen. De ahí el nombre que el geólogo alemán M. Blumenthal acuñara en su día para este territorio, El Complejo de la Alta Cadena.

Son sierras que por su composición calcárea, formada por calizas y dolomías, son objeto de una fuerte karstificación que origina una morfología típica de estos materiales, y repleta de elementos tanto endokársticos (subterráneos) como exoskársticos (en superficie).

Desde el punto de vista de la fauna, estas sierras tienen una gran importancia ornitológica, estando declarada como IBA (Important Bird Area) por la SEO (Sociedad Española de Ornitología). También tiene un alto reconocimiento por la presencia de interesantes especies anfibias, salamandras (Salamandra salamandra) y tritones pigmeos (Triturus pygmaeus), que crían y se desarrollan en los pilares, fuentes, lagunas y charcas que jalonan todo el paraje de Hondonero. Por último, es necesario destacar con la importancia que se merece, la presencia de una de las especies animales emblemáticas de esta zona, la cabra montés (Capra pyrenaica), con un importante número de ejemplares.

Por todo esto, además de por la presencia de especies de flora rupícola en peligro de extinción como el tabaco gordo (Atropa baetica) o la existencia de hábitats de interés comunitario tan singulares como los majadales, las sierras de Villanueva del Rosario están protegidas dentro de la RENPA (Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía) bajo la figura del ZEC Sierra de Camarolos (Zona de Especial Conservación) e incluida en la Red de Espacios Natura 2000.

El Brosque

Los terrenos del Trías de Antequera se localizan al norte del término municipal, y dentro de ellos, encuadrados entre las gargantas de la Hoz de Marín y la garganta del Guadalhorce, encontramos la zona conocida como El Brosque, un vulgarismo derivado de la palabra bosque y que evidencia el tipo de vegetación imperante en la zona desde hace siglos. Se trata de un terreno alomado, con continuas subidas y bajadas debido a la existencia de lo que comúnmente son conocidos como “hoyos” de dimensiones que varían de decenas a centenares de metros.

La karstificación de los yesos que forman los terrenos conocidos geológicamente como Trías de Antequera han convertido al paraje de El Brosque en lo que es, un espectacular campo de dolinas producto de la disolución de las rocas evaporíticas que lo forman. Estas dolinas son cuencas endorréicas, estructuras geomorfológicas que conducen el agua hacia el punto más bajo, donde se encuentra el sumidero que conecta la superficie con el acuífero subterráneo. Estas dolinas se disponen contiguas unas a otras, y algunas de ellas, incluso, forman lagunas estacionales debido a que sus sumideros se encuentran taponados acumulando el agua en lugar de permitir su filtración hacia el subsuelo.

La vegetación de estas sierras está formada por numerosos endemismos producto del severo clima de montaña y la composición de los suelos en los que se desarrollan, con altos contenidos en magnesio debido al afloramiento de las dolomías. En los lugares de máximo desarrollo de la vegetación encontramos los bosques mixtos de encinas (Quercus rotundifolia), quejigos (Quercus faginea) y arces (Acer monspessulanum); así como en los extensos bosques de repoblación formados por pinos carrascos (Pinus halepensis).

La vegetación predominante en la zona son las encinas (Quercus rotundifolia), acompañada por quejigos (Quercus faginea) en las zonas más frecas y frías. En ausencia de estas encinas, será el matorral mediterráneo el que ocupe su lugar, formado principalmente por retamas (Retama sphaerocarpa), tomillos (Thymus zygis subsp. gracilis), romeros (Rosmarinus officinalis), aulaga (Ulex parviflorus), albaidas (Anthillis cytisoides) y mejoranas (Thymus mastichina). Pero, además de esto, la vegetación natural de El Brosque se combina en forma de mosaico con los diversos cultivos que aprovechan la bondad de un terreno poco escarpado con abundantes llanuras. De esta forma, es habitual encontrar las laderas de las dolinas ocupadas por vegetación natural y el fondo de las mismas cultivados de cereales. A estas zonas más llanas los agricultores las conocen como perezones.

Debido a las características que presenta la vegetación natural, combinándose a modo de mosaico con los cultivos, las especies más abundantes serán los conejos (Oryctolagus cuniculus), liebres (Lepus granatensis), perdices (Alectoris rufa), zorros (Vulpes vulpes) y los jabalíes (Sus scofa). Además de todos ellos, también es habitual la presencia de ciervos (Cervus elaphus), sobretodo en época de berrea, que, si bien se encuentran recluidos en zonas más protegidas y menos transitadas como la Hoz de Marín o la Garganta del Guadalhorce, llegan hasta aquí en busca de alimento. Además de los mamíferos, también son abundantes los reptiles, como el lagarto ocelado (Lacerta lepida), lagartija ibérica (Podarcis hispanica) o la lagartija colilarga (Psammodromus algirus).

La Garganta del Guadalhorce

Este espectacular paraje se sitúa en la zona noroccidental del término municipal de Villanueva del Rosario, formando el límite con el término municipal de Antequera. A través de este angosto paso, el Guadalhorce transita desde su curso alto, próximo a su nacimiento, hacia las vegas de Archidona y Antequera. Debido a la composición, fácilmente erosionable y susceptibles de ser disueltos por el agua, de los materiales que forman el Trías de Antequera, se ha creado esta impresionante garganta fluviokárstica. Además, geológicamente también afloran en la zona otros materiales de interés, con composición y origen muy diferente de estos. Se trata de las ofitas, rocas subvolcánicas cuyo origen reside en un embolsamiento de material magmático que quedó encerrado entre los yesos y arcillas del Trías durante la orogenia alpina y que propició la elevación de toda la cordillera bética desde el lecho marino hasta la posición que actualmente la encontramos. Se trata pues, de un vestigio del choque de placas que originó la aparición de la región andaluza.

La vegetación dominante en la zona es el matorral mediterráneo, ya que debido a las fuertes pendientes y el escaso suelo que pueden retener sus laderas, no es posible el desarrollo de vegetación arbórea. Así, tanto la retama (Retama sphaerocarpa) como las coscojas (Quercus coccifera) y los lentiscos (Pistacea lentiscus) son abundantes, e incluso las encinas (Quercus rotundifolia) de porte bajo. Los árboles de mayor tamaño quedan recluidos en torno al curso fluvial en forma de cordón de vegetación riparia que, en puntos concretos, alcanzan a crear bosques en galería formados por álamos blancos (Populus alba), fresnos (Fraxinus angustifolia), olmos (Ulmus minor) y sauces (Salix alba). En las zonas más degradadas del río, encontraremos vegetación más arbustiva y compuesta por mimbrales (Salix fragilis), tarajes (Tamarix africana), zarzales (Smilax aspera), etc.

En esta zona la especie más emblemática son los ciervos (Cervus elaphus) que, junto a las cabras montesas (Capra pyrenaica), encuentran en este paraje una protección natural que permite el desarrollo de importantes manadas. Es de especial interés la visita de este paraje en época de berrea. Además, en cuanto a las aves, es de interés la presencia de abundantes especies insectívoras y de rapaces, que aprovechan las escasas paredes de rocas calcáreas que encontramos coronando sus laderas para nidificar. Tal es el caso del águila-azor perdicera (Aquila fasciata).

Depresiones y Materiales Postorogénicos

La zona centro del término municipal de Villanueva del Rosario es surcada por el río Guadalhorce y, en torno a él, se sitúan una serie de materiales de reciente depósito (durante el cuaternario) que originan relieves llanos compuestos, principalmente, por sedimentos fluviales. A estos depósitos sedimentarios recientes se une un afloramiento de materiales pertenecientes al conocido, desde el punto de vista geológico, como Flysch del Campo de Gibraltar, también de baja dureza y consistencia.

Todas estas características geológicas propician una orografía idónea para el uso agrícola, tanto de olivares como de campos cerealistas, que tienen su contrapunto de vegetación natural en las riberas de los principales ríos que por ellos transitan, como son el río Guadalhorce y el río Cerezo. Aquí son muy abundantes tanto los álamos blancos (Pupulus alba), como los chopos o álamos negros (Populus nigra), los olmos (Ulmus minor) o los fresnos (Fraxinus angustifolia).

En cuanto a la fauna, destaca la presencia de especies de peces en el río Guadalhorce, como el cacho (Squalius pyrenaicus), la boga del Guadiana (Chondrostoma willkommii) o la aguja de río (Syngnathus abaster), incluso ha llegado a detectarse la presencia de truchas (Salmo trutta). En algunos tramos del Guadalhorce existen zonas acotadas destinadas a la pesca deportiva, así como otras protegidas como zona de cría, lo que demuestra la presencia y buen estado de las poblaciones de peces continentales en esta zona. También es corriente observar rastros de jabalíes (Sus scofa), zorros (Vulpes vulpes), etc., que acuden a los cursos fluviales en busca de agua y alimento.